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Cómo leer el “reggaeton”
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       ¿Quién hubiera imaginado que aquel ritmo censurado y perseguido, entonces llamado “underground”, “dembow”, “melaza” y “reggae (o rap) en español”, se convertiría en la principal exportación musical de la Isla durante la primera década del siglo veintiuno? A principios de la década de 1990, la música circulaba clandestinamente, mediante grabaciones caseras que se reproducían en clubes nocturnos y “fiestas de marquesina” en arrabales y caseríos.
           En febrero de 1995, el Escuadrón de Control del Vicio de la Policía realizó una redada en varias tiendas de discos de San Juan que vendían música “underground”, porque ésta supuestamente incitaba al sexo, a la violencia y al uso de drogas ilegales. En mayo de 2002, el Senado de Puerto Rico celebró unas vistas públicas, presididas por Velda González, en torno al “perreo”, el baile asociado al “underground”. Allí se denunció el contenido “indecente” y “pornográfico” de las letras de las canciones, las imágenes de los vídeos y el escándalo de bailar frotándose la parte trasera con otros cuerpos. Irónicamente, esa campaña de pánicos morales aumentó la popularidad de las prácticas musicales conocidas actualmente como “reggaetón”.
           El admirable libro “Reggaeton”, editado por Raquel Z. Rivera, Wayne Marshall y Deborah Pacini Hernández (Durham, NC: Duke University Press, 2009), nos convoca a “leer” cuidadosamente este extraordinario fenómeno musical y social de nuestros tiempos. Como plantea Juan Flores en su prólogo, se trata quizás de la primera música verdaderamente transnacional o diaspórica. El “reggaetón” no puede trazarse a un solo punto de origen, como Jamaica, Panamá, Puerto Rico o Nueva York, como tampoco puede identificarse exclusivamente con un público latinoamericano, antillano o latino. Más bien, este género híbrido es un producto de la incesante circulación de personas, mercancías, prácticas e identidades entre el Caribe y Norteamérica.
       Los autores reunidos en este volumen documentan extensamente el cruce de fronteras geográficas, raciales, étnicas y lingüísticas, catalogado como “crossover” en la industria musical. Entre las múltiples influencias del “reggaetón”, se destacan el “reggae” jamaiquino, especialmente el “dancehall”; el “reggae” en español, particularmente el panameño; el “hip hop” y el “rap” afroamericano, pero también “niuyorican”, y varios estilos del Caribe hispánico, como la bomba, la plena, la salsa, el merengue, la bachata y la cumbia.
          El “reggaetón” puede leerse como parte integrante de los intensos flujos musicales a través de múltiples circuitos migratorios entre varios países caribeños y sus diásporas. Esta mezcla de ritmos, instrumentos, compositores, cantantes e intérpretes de diversos orígenes nacionales, raciales y étnicos es un rasgo distintivo de la música afroantillana, desde la rumba y el mambo hasta la salsa y el “reggae”. Desde una perspectiva histórica, el “reggaetón” es la más reciente expresión de la criollización musical de la región. Como otros géneros populares, el “reggaetón” fusiona elementos caribeños, afroamericanos y latinos, tanto en términos lingüísticos como musicales. De ahí que apele a un público amplio y diverso, más allá de fronteras insulares.
          Leer el “reggaetón” requiere ensanchar el imaginario convencional de las identidades nacionales, ancladas en un solo territorio, una lengua vernácula y una cultura compartida. Como demuestran hábilmente los ensayos recopilados en este libro, la “nación del reggaetón” se mueve constantemente entre numerosos países y ciudades, entre el español y el inglés, entre ritmos antillanos y afroamericanos. Además, sus cultivadores y fanáticos representan a una población multirracial, aunque predominan negros y mulatos. Su transición de los márgenes al centro de la industria musical global en menos de una década coincide con su apropiación por parte de un creciente número de jóvenes latinoamericanos, latinos y caribeños. En el fondo, se trata de una música nómada, que desborda los límites del nacionalismo cultural, las clasificaciones raciales y étnicas, las normas establecidas del buen gusto y las preguntas —para citar aquel famoso son cubano— sobre de dónde son los cantantes.

Jorge Duany
Catedrático de la UPR
El Nuevo Día
13 de mayo de 2009


COMENTARIO Y RESPUESTAS DE NUESTRO PÚBLICO:

* "Por un lado Duany cita al libro "Reggaeton" afirmando que "se trata quizás de la primera música verdaderamente transnacional o diaspórica." Enseguida, Duany escribe: "Esta mezcla de ritmos, instrumentos, compositores, cantantes e intérpretes de diversos orígenes nacionales, raciales y étnicos es un rasgo distintivo de la música afroantillana, desde la rumba y el mambo hasta la salsa y el “reggae”. Desde una perspectiva histórica, el “reggaetón” es la más reciente expresión de la criollización musical de la región."
Duany, ¿cuál de los dos es?"

* "Arrópalo en todos la palabrería intelectualizada que quieras, el reggaetón se trata de poco más que un atraco a mano armada de los rasgos más escandalosos y ostentadores del rap y hip-hop norteamericano, ideado por cínicos promotores puertorriqueños, en un esfuerzo de exprimir lo más plata posible de un género copiado, mejor dicho, calcado de expresiones extranjeras ya creadas. Fué un robo total, no solo de ritmo (si quieres llamar ritmo a pun-kabun kabun kabun kabun) sino tambien robo de vestido, tatuaje, joyería, gestos digitales de matones y gangsters de arrabal--sin hablar de la fijación hipnótica sobre collares, nalgas y tetas--idéntico a gangsta pero en idioma español. No es un universo que realmente eleva a un pueblo. Al contrario, es un bochorno a todo puertorriqueño sensato."

* "No es música. Es el logro de la perfección en la cínica seducción comercial de inocentes."

* "El regaetton consume todo el oxígeno a cualquier otra expresión o género musical creativo que atenta lograr la atención del pueblo. Por eso es una expressión egoísta y anti-democrática. Me recuerdo cuando los reggaetoneros trataron de aspirar los patéticos fondos ofrecidos por el gobierno insular a la música nativa, insistiendo cínicamente que el reggaetón también era música nativa. Que, ¿no les bastaba su millones? ¿Cuál fue la última vez que has visto a un trovador apearse de una limosina stretch?"

* "La crítica despectiva de esta música es a su fondo expresión del desdén de los elites contra la clase trabajadora."

* "El regaetton no falla en evocar memorias nostálgicas de aquellos tiempos cuando el éxito en el mundo musical era producto directo de la consumación de un arduo proceso de perfeccionamiento técnico y expresivo. Hoy el éxito en el mundo musical es simplemente conferido por poderosos intereses comerciales a los bonitos y los listos. El cinicismo de la música "nueva" es repugnante."

* "Toda música se deriva de multiples fuentes. ¿Qué es Latin jazz? ¿Qué es salsa? El reggaeton es una expresión de la juventud de los caseríos de Puerto Rico. Por eso tiene validez en que le dá oportunidad a jóvenes para expresar lo que tienen adentro y sus alrededores. No es hip hop ni reggae. Es reggaetón. No todos los reggaetoneros ganan miles de dólares, muchos simplemente lo usan como expresión en sus barrios o caseríos. Es la expresión de jóvenes sin la oportunidad de estudiar en conservatorios. Su amplia popularidad se derive del hecho que resuena con las frustraciones y anhelos del público en general".

* "El regaetton me alegra porque molesta tanto a todos los que lo odian."

* "Es una porquería porque es todo una orgía de testosterona juvenil, repleta de sensación, posesión, sexualidad, amenaza. Carece por completo de ironía, de esperanza, de sensualidad."

* "...es una farsa arropada en el manto de expresión popular. No hay más que ponerse un gorrito, gafas negras, cadenas y collares, señalarse obsesivamente la ingle, acuclillarse, inclinar la cabeza repetidamente y expeler versos pueriles sobre el coito anal, para prosperar en ese medio".