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¿Qué le pasó a la Vihuela?

¿Esta el cuarto instrumento nativo escondido a plena vista?

En el siglo XIX existió en Puerto Rico un instrumento de cuerda llamado vihuela.

Esto se conoce porque se le menciona repetidamente en los relatos costumbristas de dicha época. Alejandro Tapia y Rivera recuerda haberlo visto siendo niño, alrededor de 1835, y también lo describen el escritor Manuel Alonso, en 1849; el periodista Luis Marín, en 1875; y el escritor Francisco del Valle Atiles, en 1887. En la actualidad el nombre de este instrumento no aparece en la lista de los instrumentos de música autóctona. En otras palabras, nos hemos olvidado de nuestra antigua vihuela jíbara.

El escritor Alejandro Tapia y Rivera recordaba haber visto a un músico tocando una vihuela en una orquesta de "instrumentos rústicos o campesinos", en una trulla, la cual iba de casa en casa por la ciudad durante las primeras horas de la noche. El escritor Manuel Alonso describe una vihuela "requintando" en el campo durante un bullicioso baile de garabato, mientras que el periodista Ramón Marín menciona una "obligada vihuela", acompañada por un cuatro y un güiro, respaldando a trovadores durante un concurso ponceño. Quince años más tarde, el escritor Francisco del Valle Atiles describe una diversidad de instrumentos campesinos, explicando que, "dependiendo del capricho del constructor", la vihuela portaba "hasta diez" cuerdas. La vihuela existió, sin duda alguna, en el siglo XIX, pero nadie habla hoy día de ella.

Es probable que la vihuela jíbara haya derivado del esfuerzo del constructor originario por emular las vihuelas españolas que se importaban a la isla desde la península desde el siglo XVI. Durante ese siglo, y en posteriores, el término vihuela abarcaba a la vihuela cortesana de seis órdenes, como también a la guitarra renacentista de cuatro órdenes y a la guitarra barroca de cinco órdenes. Es de suponer que nuestra vihuela jíbara compartía con estos otros instrumentos no pocos rasgos de su forma, tamaño y encordadura. Efectivamente, las guitarras españolas se encordaban de distintas maneras: con ocho, nueve o "hasta diez" cuerdas.

Hoy nadie habla de una vihuela jíbara, a pesar de que fue identificada en la literatura del siglo XIX. No se habla tampoco de una bordonúa de seis cuerdas sencillas, identificada repetidamente también durante el siglo XIX. Lo que las telarañas del tiempo nos muestran es apenas un pequeño manojo de antiguallas instrumentales en museos y colecciones privadas que, generalmente, se presumen son bordonúas. Todas tienen forma de guitarra alargada de cuerpo profundo, portan múltiples órdenes sencillos o dobles y el arreglo y afinación de sus cuerdas es una curiosidad. Sin embargo, cuando se toma en cuenta su uso y rango musical, sus distintas encordaduras, sus afinaciones, los intervalos musicales entre sus órdenes, así como otros detalles, las bordonúas del siglo XX se asemejan más fielmente a las antiguas vihuelas peninsulares y guitarras barrocas de cinco órdenes, que a su tocayo, la "grave bordonúa" de seis cuerdas del siglo XIX. Estas llamadas bordonúas de la actualidad portan múltiples bocas sobre sus caras, rasgo distintivo de las vihuelas cortesanas de la antigua península ibérica.
Las similaridades de las vihuelas jíbaras descritas en el siglo XIX y las bordonúas del siglo XX son tan impresionantes que el Proyecto del Cuatro Puertorriqueño recientemente propuso que estas últimas no son descendientes de las bordonúas del siglo XIX, sino de las vihuelas jíbaras. El Proyecto del Cuatro postula que cuando a finales del siglo XIX cayó en desuso la bordonúa—siendo reemplazada en conjuntos por la guitarra--las vihuelas pasan a ser conocidas como bordonúas y dejan de ser mencionadas por su nombre.

Este fenómeno no es único. En la historia de los instrumentos musicales de Puerto Rico, como también en la de los instrumentos europeos, hay precedentes de este fenómeno: lo mismo un instrumento adopta el nombre de otro parecido, que el nombre de uno más antiguo o caído de moda cae sobre su sucesor. Esto ocurre no solo debido a las semejanzas físicas entre ellos, sino también a la similitud de su participación musical. También existen motivos culturales para dichos cambios: se puede conjeturar que el nombre vihuela traía a la memoria el resentido y depuesto régimen español y el vocablo bordonúa, con su significado más criollo, quedó disponible, luego de caer en desuso el viejo recipiente de seis cuerdas.
Los recuerdos de la vihuela persistieron hasta el siglo XX. Alrededor de 1938, la educadora María Cadilla de Martínez nota que la vihuela todavía se construía rústicamente en la isla, con la misma forma de un tiple, pero más grande; y que llevaba diez cuerdas. El distinguido cuatrista-mayor Roque Navarro (1913-2002), describe a la vihuela como un instrumento doble en tamaño de su tiple, y "redondita... como la bordonúa". El cuatrista-mayor Efraín Ronda (1899 - 1995), recuerda que la vihuela tenía la forma de una guitarra, pero con diez cuerdas, y que su forma rústica la hacía desagradable a la vista. Finalmente, el artesano e intérprete-mayor de bordonúas de Yabucoa Tito Ramos (n.1922), dijo acerca de su instrumento que “todo el mundo lo llamaba vihuela. Ese era su nombre. Para sonar mejor, le pusieron [el nombre de] bordonúa”.

Cabe notar que, de forma similar, en Puerto Rico el nombre cuatro fue dado originalmente a un antiguo instrumento de cuatro cuerdas de tripa, y que dicho apelativo eventualmente se utilizó para designar a un novedoso instrumento de diez cuerdas de metal que surgió en otras regiones y en épocas más recientes. Históricamente, estos cambios en los nombres de los instrumentos han provocado mucha confusión. El enredo se hace patente, por ejemplo, cuando alguien pregunta ¿cómo es posible que se le llame cuatro a un instrumento que posee una decena de cuerdas? De la misma manera, cualquiera se puede preguntar ¿cómo fue a parar el nombre bordonúa a un instrumento tan distinto de las antiguas bordonúas..., pero tan parecido a las viejas vihuelas y guitarras españolas?

En síntesis, de acuerdo con la evidencia presentada por el Proyecto del Cuatro, la bordonúa de hoy desciende de la vihuela jíbara del siglo XIX, y no de su tocaya de la misma época. Se puede afirmar que el instrumento que hoy llamamos bordonúa no es otra cosa que la antigua vihuela jíbara. Por consiguiente, se puede decir que ella sigue estando entre nosotros, si bien el instrumento lleva una existencia por entero clandestina, con un nombre diferente.