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Piní Maldonado

Don Piní

Cristino Maldonado Muriel
Un Baluarte del Cuatro Puertorriqueño

por Antonio Dávila López

transcrito de una vieja copia de la
Revista del Instituto del Cuatro Puertorriqueño
Agosto 1978

        Don Cristino Maldonado Muriel, mejor conocido por sus amigos y en  el ámbito musical puertorriqueño como DON PINÍ, es uno de los cuatristas isleños más destacados y fecundo compositor de varios géneros musicales. Nació en el antiguo barrio Yeguada de Vega Baja el 5 de diciembre de 1893. Su padre fue un pequeño comerciante y su mamá se dedicó al oficio de comadrona.

        Su interés por la música despertó cuando apenas tenía cinco o seis años de edad. Siendo un niño pobre y a la vez tímido no puso encauzar sus inquietudes musicales hasta que un tío suyo fabricó y le regaló un pequeño cuatro. Así tuvo su primer instrumento. Pero su padre era duro e inflexible y no le permitió “perder el tiempo” tocando cuatro mientras había otras tareas que realizar en el negocio. No empece la oposición paternal, el niño persistió en sus idea de ser cuatrista, ya que por su extrema pobreza no podía aspirar a aprender solfeo y teoría musical con un maestro pagado.

         A los ocho años quedó huérfano de madre y Cristino se hizo cargo de una numerosa familia, pues a la sazón su padre mudó para Utuado y los dejó solos. Trabajó por salarios de hambre en los cañaverales y en otros trabajos humildes cuyos emolumentos no cubrían los gastos de la familia. No obstante seguía pulsando el cuatro, adueñándose del instrumento y desarrollando técnicas de ejecución muy peculiares. A los quince años comenzó a amenizar bailes utilizando un cuatro que le regaló otro cuatrista de la época llamado Olimpio Hernández. Su virtuosismo llegó al extremo de que al ejecutar una pieza musical llevaba la melodía y la armonía simultáneamente y no necesitaba otro acompañamiento. Tal parecía que había un grupo de músicos en función. Sobre este aspecto nos relató don Piní que en una ocasión lo contrataron para tocar un baile y los demás músicos no aparecieron. Él y su cuatro fueron suficientes para no malograr la actividad.

         Corrieron los años y Cristino se casó con una joven de Barceloneta. De esta unión se procrearon cinco hijos, tres de los cuales murieron, quedando dos que luego se convierten en buenos guitarristas populares. Desavenencias matrimoniales le llevaron a la separación de su esposa y decidió ir a probar fortuna a Utuado, donde su padre aún vivía y operaba un pequeño negocio. ya en este pueblo alternó la música con otros trabajos temporeros hasta que decidió establecer su propio negocio, el cual atendía durante las horas del día y cerraba por las noches para amenizar bailes y otras actividades sociales por la noche. Su arte paseó de este modo por todos los pueblos limítrofes.

        Tras varios intentos matrimoniales que desembocaron en divorcio, allá para el año 1936 contrajo nupcias con su actual esposa, Urania Sigurani de Maldonado. De ésta unión advinieron siete hijos, los cuales han seguido distintas carreras en sus estudios y profesiones.

         La fecundidad de don Piní se manifestó con el cultivo de variados géneros musicales. Produjo valses, danzas, boleros, mazurcas, corridos, huapangos, joropos, rumbas, guarachas; en fin recorrió felizmente toda la gama de música popular. No conforme con la música de corte popular, hizo incursiones en la creación seria al crear varias composiciones para el cuatro. De éstos recordamos uno titulado “Fantasía en Rosa”. Aumentó el acervo musical puertorriqueño con danzas como “A Utuado Todo mi Amor”, “Retorno al Viví”, “Sonora Utuadeña”, “Aires del Viví”, “Recuerdos de Lares”; valses como “Mis Amigos”, “Soñé Tenerte Aquí”, “Desesperación”; los boleros: “Por Tus Ojos”, “Mirar Oculto”, “Pensando en tu Amor”.  Cultivó la música típica puertorriqueña dándonos varios aguinaldos, villancicos, seis chorreaos, siendo el más generalizado el canto navideño “De Lejanas Tierras”.

         Podemos notar como don Piní, en su inmenso amor y agradecimiento por el pueblo de Utuado, del cuál se hizo hijo adoptivo, intentó devolver las gentilezas y la acogida de que fue objeto n este municipio idealizando el nombre de Utuado en muchas de sus composiciones.

        No sólo es don Piní un gran músico y prolífico compositor, sino que convirtió en mecenas de muchos artistas, que gracias a sus respaldo moral y económicos se han destacado en el campo de la música. Sus locales comerciales que siempre tuvieron nombres como “El Lucerito del Alba” y “El Hogar Artístico” fueron veneros donde saciaron su hambre física e inquietudes musicales docenas de artistas visitantes y del patio. Allí particularmente, recibieron el primer espaldarazo para sus respectivas carreras Manuel Cayol y Moisés Rodríguez, ambos virtuosos de la guitarra.

        A don Piní le inquietaban otras cosas , tal vez aguijoneado por el recuerdo de sus limitaciones juveniles. En sus labios siempre había un buen consejo o una frase salomónica. Se preocupó por el bienestar de los niños, ancianos y sobre todo por aquellos de las estratas menos favorecidas. La primera mención, por mi escuchada, sobre la idea de la Semana de la Tierra, provino de su iniciativa en una lluviosa tarde utuadeña. Tengo el vago recuerdo de que transmitió su idea a las altas esferas del gobierno y al correr de los años, sin que se mencionara su nombre, surgió mediante proclama la Semana de la Tierra, la cual ha perdurado hasta nuestros días.

        Lo maravilloso de todo este quehacer es que el trasfondo cultural y educativo de don Piní fue muy limitado debido a las circunstancias prevalecientes durante sus años de formación. He ahí el mérito de su obra, la cual debe servir de ejemplo estímulo a las generaciones presentes.

        En la actualidad don Piní reside en Nueva York, junto a sus esposa y algunos de sus hijos. Allí inmerso en ese ambiente inhóspito de desarraigo en todos los sentidos, van transcurriendo sus últimos días. Allí añora este valor nuestro el calor de su isla, la relación con sus amigos, y par colmo de su quebrantamiento emocional, olvidado y casi desconocido sus dedos y su alma se anquilosan alejado de su más grande amor: el cuatro puertorriqueño que tantas satisfacciones le produjo durante su vida productiva.

 

 

Biografía de Carmelo Martell

Carmelo Martell Luciano
Brillante artesano del instrumento nacional

 

Extraído de la Revista del Instituto del Cuatro Puertorriqueño
Ejemplar agosto de 1975 
por Lcdo. Heriberto Tórres Vázquez

Gracias a César Muñoz, Jr. y el cuatrista Gabriel Muñoz por esta bella foto.

 

Buscando raíces vivas de las que sirven de fundamento a nuestro obstinado apegamiento al instrumento que ha servido de vehículo de expresión para nuestro folclor, esta vez nos detuvimos en Babao, barrio Viví de Utuado. Era la tarde brillante y fresca del día 23 de mayo de 1975, y la entrevista fue en el taller del artesano Don Carmelo Martell Luciano, ubicado en el número 48 de la Avenida Esteves.

Don Carmelo tiene a su favor sesenta y ocho años de vida abundante de caminos que van al monte, de experiencias rústicas, de amor al cuatro puertorriqueño y nuestra música típica. A pesar de los años acumulados, don Carmelo despliega gran actividad en su taller, diseñando, confeccionando y reparando instrumentos musicales de cuerda, esencialmente el cuatro puertorriqueño. Se muestra jovial y comunicativo, pero en todo, atado a un gran sentimiento religioso.

Nació en el barrio Tetuán Arriba de Utuado, el día 4 de junio de 1907, hijo del labrador don Ramón Martell y doña Rita Luciano. Su señora madre, además de la típica ama de casa de entonces, era construyera y la cantadora de rosarios de aquel barrio y los vecinos. nos cuentan que por la proximidad del advenimiento de don Carmelo y hasta que doña Rita pasó a la cuarentena, se suspendieron los rosarios cantados en el barrio, los que usualmente se daban todos los sábados, resultando que cuando don Carmelo tenía aproximadamente mes y medio de nacido lo llevaron al primer rosario cantado. El niño continuó asistiendo, con la demás familia, a esas actividades religiosas y asi se fue relacionando con la música típica.

Cuando don Carmelo contaba como siete años, unos de sus tíos le regaló el cuatro que había sido de don Dionisio Luciano, abuelo materno, ya fallecido. El instrumento tenía la forma típica de entonces—cuatro cuerdas de cuero, los trastes de cordel atado al brazo del instrumento y clavijas de madera. Más tarde uno de sus tíos paternos le regaló una guitarrita rústica, de cinco cuerdas que utilizaba para tocar acompañamiento. A este instrumento a veces lo llamaban lira o malanga.

Sólo cursó hasta el tercer grado en la escuela rural del barrio. Nadie le enseñó a tocar el instrumento, pero cuando tenía once años y en sus postreros días de vida escolar, amenizó una actividad de maestros y condiscípulos, tocando el cuatro. Esa fue su primer aparición en público.
En su tiempo libre y según las circunstancia le permitían, continuó practicando el instrumento hasta a que llegó a ser un ejecutante de gran aceptación en la comunidad.

La lucha por la existencia para don Carmelo, con un cuadro de quince hijos, era difícil, pues sólo contaba con su disposición para trabajar sin ninguna destreza particular y en tiempos de precaria economía para todo el país. En la década de 1940, trabajando en obras consecuentes del tiempo de guerra, adquirió destrezas de carpintero. En su tiempo libre se dedicaba a la reparación de instrumentos de cuerda. En el año 1952, buscando mejores ingresos para sostener su familia se fue a Estados Unidos. Allá trabajaba en una factoría. cinco años más tarde regresó a Utuado seriamente enfermo: físicamente limitado. Entonces, menguado el ánimo, ante la incertidumbre de una fuente par la subsistencia suya y de su familia, se dio de nuevo a la tarea de reparar instrumentos. Su tiempo sin compromisos, y cuando el dolor físico se lo permitía, lo dedicó a construir un cuatro representando el mapa de Puerto Rico, para dejárselo como recuerdo a su familia. Esa tarea duró tres años, al cabo de los cuales consideró concluida su obra, y hallándola buena, la exhibió en el programa Tribuna del Arte, por radio y luego por televisión, donde fue premiada. De ahí en adelante el público que visitaba su taller fue cada día en aumento. muchos a encargarle la confección del instrumento clásico y otros en busca de algo raro, alguna forma distinta, pero con el sonido y las notas del cuatro.

Queriendo producir lo que el público le pide, don Carmelo ha confeccionado numerosos cuatros utilizando como caja sonora higüeras y güiros de diferentes formas y tamaños. Igualmente ha dado a las cajas sonoras del instrumento formas diferentes, producto de su imaginación o capricho. En la actualidad y cuando menos lo esperaba, tiene el tiempo suficiente para satisfacer órdenes de sus clientes.

Don Carmelo pertenece a la congregación de la Iglesia Mita y ello no le permite ejecutar el instrumento dentro del ambiente que hasta el presente ha sido el más propicio. Pero no obstante a ello, conserva en su memoria algunas de las piezas que en otros tiempos fueron frutos de su inspiración. Entre esas piezas están la danza “Ondas del Viví”, el vals “Carmencita” y otras que no han trascendido.

Aunque en la elaboración del instrumento, don Carmelo no se ajusta a lo clásicamente típico, en la ejecución del cuatro sigue fiel a la montaña.
 

 

 

 

 

Biografía de Cristobal Santiago

Cristóbal Santiago
y La Familia del Cuatro Puertorriqueño

Escrito por Heriberto Torres Vázquez y
publicado por primera vez en la revista del extincto
Instituto del Cuatro Puertorriqueño, de Marzo 1977

 

         Cristóbal Santiago nació el último día del año 1930, en el barrio Arrozal de Arecibo, a la sombra del cafetal, en un ambiente de típica ruralía, en un hogar y una familia donde todo el quehacer se orientaba hacia las tareas agrícolas. No logró terminar el tercer grado en la escuela más cercana, que entonces era la del Sector Yayalito.
        Cuando contaba sólo diecisiete años, murió su padre, convirtiéndose Cristóbal por esa circunstancia, en jefe y sostén de la familia. Buscando una fuente más generosa de ingresos, sale del barrio Arrozal para emplearse en las faenas agrícolas del cañaveral, donde percibe $1.73 por todo un día de agotadora labor.
        A los veintidós años se casa en Arecibo con Rosa Viruet, con quien ha procreado cuatro hijos.
        Cuando ya cuenta veinticinco años y mientras trabaja para sostener su familia, ingresa en la población del área metropolitana de San Juan, y logra que lo acepten para estudiar el séptimo grado en la escuela Rafael Mará de Labra en Santurce. De ahí saltó a la Esuela Superior Central donde se graduó en 1960.
        Cuenta Cristóbal que cuando tenía la corta edad de cinco años recibieron en casa de sus padres una parranda, y tan entusiasmado quedó con la música y el cuatro que quería irse con los músicos. Gran esfuerzo y paciencia costó calmar los gritos y entusiasmos del muchacho. mientras transcurría su vida de niño labrador en el barrio Arrozal, conoció a Nacho Martínez, rústico tocador y fabricante de cuatros, no menos rústicos. Pero eso era lo que había. En una ocasión cuando Cristóbal contaba como ocho años, quiso comprarle el cuatro que tocaba Nacho Martínez pero como todo su capital era $3.00, don Nacho le aconsejó que cortara un palo e hiciera uno. la frustración caló tan hondo en la consciencia del muchacho que se convirtió en reto obsesivo y cuando tenía doce años, con herramientas improvisadas, elaboró su propio instrumento.
        Luego en su vida apareció Aurelio Vázquez, con quien ocasionalmente se encontraba, le prestaba su cuatro mejor construido y de mejor sonido. Siempre resultaba alguna melodía nueva. Sus elementales conocimientos del instrumento lo llevaron a barrios vecinos para amenizar parrandas y rosarios cantados.
        En el año 1951 concurrió al programa Tribuna del Arte, dirigido por don Rafael Quiñones Vidal, participando en una controversia con otros seis cuatristas, resultando finalista la par con Toño Vélez, adjudicándoseles a ambos primer premio.
        Preocupado por la calidad del instrumento dio riendas a sus deseos de construir su propio cuatro, y en 1957 participó en el Certamen de Cuatros, Bordonúas y Tiples, auspiciado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, recibiendo una mención honorífica. Luego en 1968, con más experiencia como artesano y un pequeño taller, volvió a participar el Instituto de Cultura le otorgó el primer premio como fabricante de cuatros.
        Mientras tanto participó, bajo la dirección del Dr. Francisco López Cruz, en conjuntos de música folklórica con cuatristas experimentados como Roque Navarro, Juan Peña y Pascual Meléndez. Durante los días feriados y por las noches tocaba el instrumento el restaurante México en Puerto Rico, mientras durante el día trabajaba para un banco comercial de San Juan.
        Tal vez respondiendo al reto de Nacho Martínez, o tal vez sólo por su profundo amor al instrumento más típicamente nuestro, con grandes sacrificios y mayor fe, se comprometió para la producción en masa de cuatros, de calida y precios que pudieran competir con los instrumentos importados. Su gestión ha sido un éxito total pues en su taller ubicado a orillas del río Grande de Loíza, al lado este del puente de Carolina, confecciona y vende anualmente cerca de 1,000 cuatros puertorriqueños de diferentes estilos, pero de calidad máxima.
        Los cuatros elaborados en su taller, que se identifica como la Casa del Cuatro Puertorriqueño, gozan de prestigio y a aceptación general en todo el país y en el exterior donde hay comunidades de puertorriqueños. Preocupado porque el cuatro adquiera timbres de independencia, para que se pueda organizar agrupaciones sin la compañía forzada de otros instrumentos de cuerda y particular de la guitarra, Cristóbal Santiago recogió la idea y ha diseñado otros cuatros de similar forma, construcción y encordadura, pero que son afinados en octavas diferentes, ampliando la tesitura del cuatro clásico a una octava más baja y una octava más alta. La idea fundamental, que no es original de Cristóbal Santiago [nota del redactor: La idea de una familia de cuatros nace con el profesor Jorge Rubiano, quien comisiona al artesano Antonio Rodríguez Navarro a crear la primera Familia del Cuatro Puertorriqueño], sino que la hizo realidad llevándola a la práctica, comprende tres cuatros, afinados en distintas octavas, que ha denominado “La Familia del Cuatro Puertorriqueño” [nota del redactor: la familia de Santiago consistía de un cuatro soprano, alto, tenor y bajo, pero el autor nota su objeción en una nota al calce: Realmente Cristóbal Santiago incluye 4 cuatros en la Familia, pero por los problemas técnicos que representa y por ser intermedio entre el cuatro tenor y el cuatro soprano, consideramos que ni es necesario ni mejora la idea de la Familia del Cuatro] y que consta de un cuatro típico, el cuatro bajo, que se afina una octava más baja que el cuatro tenor, y el cuatro soprano, qu se afina una octava más alta que el cuatro tenor. El diapasón en los tres cuatros es similar, siendo similar también la digitación para el ejecutante. De maner que quien toca el cuatro tenor, puede tocar, sin ningún tipo de arreglo o trasposición, cualquiera de los otros dos cuatros, pero los estará tocando en diferentes octavas. Resultando que el ejecutante del cuatro tenor puede tocar cualquiera de esos instrumenos sin necesidad de ningún entrenamiento ni preparación adicional, ya se trate de un ejeutante que lo hace con música escrita o que no sabiendo leer música lo hace de oídas. [nota del redactor: aquí el autor añade un comentario al calce: El cuatro alto, que objetamos como miembro de la Familia no responde a estas ventajas.]
        Quienes comparten la idea de La Familia del Cuatro Puertorriqueño y han tenido ocasión de ejecutar o escuchar los tres instrumentos, “estandarizados” ya por Cristóbal Santiago, en cuanto a forma , afinación, tesitura y ejecución, vislumbrtan la formación de grupos orquestales de cuatros y la participación definitiva de nuestro instrumento típico en orquestas [sinfónicas].
        Los ejecutantes y sus instrumentos típicos nuestros esperan algo más del ingenio de los compositores y los arreglistas.

 

 

Linda Borinqueña de Ramito

Linda Borinqueña
Aguinaldo cantado por Ramito con su Conjunto Rosas del Plata
cortesía colección Antonio y David Morales

Comentario: nota que la lírica de esta canción esta en forma de decimilla
(versos hexasílabos, o sea de seis sílabas, con excepciones) con el mismo patrón de rima
de la décima. Por eso cae bajo la categoría de aguinaldo, aunque el tema no es navideño.

 Pulse aquí para oír Linda Borinqueña

 

 

Tu eres el poder
Y la fortaleza
La naturaleza
De mi propio ser
Eres el saber
Y lo que me enseñas
Eres la risueña
Mujer que yo quiero
Por ti vivo y muero (tambien)
Mujer borinqueña

Eres para mi
Todo lo que anhelo
Tu eres mi cielo
Tu lirio aleli
Eres un rubi
Que me desempeña
Por ti mi alma sueña
En este momento
Y canto contento (mi)
Mujer borinqueña

Eres la voz mía
Que tanto yo ansío
Eres el rocío (mujer)
De la noche fría
Eres mi alegria
Mujer hogareña
En la calambreña
Eres el dulzor
Tu serás mi amor
Linda Borinqueña

Eres Flor de Pavo
Rosita en botón*
Eres bendición
Del cielo sagrado
Y todo anhelado
Eres mi trigueña
Mi puertorriqueña
Diosa idolatrada
Seras mi adorada
Mujer borinqueña

 

 


Antonio García, Mujer Ante un Espejo 1939

 

Vieja Voladora de Chuito

La Vieja Voladora

por Jesus Sánchez Erazo "Chuíto el de Bayamón"


                                                                                               Gráfica por Wilfredo Echevarría

Oigan/Listen to La Vieja Voladora

LA VIEJA VOLADORA

Una vieja se vistió
Con unas enaguas can-can
Porque iba para San Juan,
Pero a San Juan no llegó.
Ya verá lo que pasó
Con la vieja en el camino
Que de pronto un remolino
De viento la levantó
Y a otro pueblo la tiró
Como un grano de comino.

Pasó por Barceloneta
Que ni el diablo la cogía
Y la gente no sabía
Si era un globo o un cometa.
Todo Arecibo se inquieta
Cuando por allí pasó
En Guajataca aflojó
Una media y un zapato
Y allí en Camuy hasta el gato
Huyéndole se escondió.

Por allá en San Sebastian
Grandes y chicos corrían
Porque a penas distinguían
La vieja de las can-can
Aguadilla y San Germán
La ven a la misma hora.
En Aguada una señora
Se cayó muerta del susto
Solo al distinguir el busto
De la vieja voladora

En Guánica aterrizó
Dentro de un cañaveral.
De esa finca el mayoral
Fue el primero que la vió.
Dicen que se le acercó
Y ella con gran precaución
Dijo, "soy de Bayamón
Y salí de rumbo a San Juan,
Sin pensar que estas can-can
Cambiarían mi dirección".

THE OLD FLYING LADY

An old woman got dressed up
with petticoats called "can-can"
Because she was going to San Juan
But to San Juan she never arrived.
Soon you'll see what happened
To the old woman on the way.
All of a sudden a whirlwind lifted her
And tossed her toward the next town
As if she were a tiny grain of spice.

She passed over Barceloneta,
Even the devil couldn't catch her
And people couldn't tell
If it was a balloon or a comet.
All Arecibo was upset
When she passed over the town.
Over Guajataca
a sock and a shoe fell to ground.
And over Camuy even the cat
Ran off and hid away.

Over San Sebastian way,
Both old and young ran away
Because they could hardly make out
The old woman in the can-cans.
Aguadilla and San Germán
Saw her at the same time.
In Aguada a lady
Dropped dead of fright
After just making out the bustline
Of the old woman flying by.

She landed in Guánica
In a sugar cane field
The foreman from that field
Was the first to see her.
They say he approached her
And with great precaution
She said, "I'm from Bayamón
All set to travel to San Juan,
Without thinking that my can-cans
Would change my route."

 

 

 

Toñín Romero

Toñín Romero

Gran trovador y plenero puertorriqueño


Baje aquí una monografía de Toñín Romero con fotografias, historias y décimas y aguinaldos de su composición (PDF)

Fotografías de nuestra colección


Toñín Romero y su conjunto

 

Toninygrupo1988.jpg (38345 bytes)
Toñín y su grupo en 1988. Photos de arriba y debajo del boletín "Ateneísta" de Jayuya

 



   

Tenemos una página dedicada a Bautista Ramos aquí

 


Toñín Romero y el cuatrista mayor Piní Maldonado

 

La Chabela

 

 

Dedicatoria

Dedicatoria y Tributo a José Ángel Ortiz, el Jíbaro de Yauco
por parte de su hija, Doris Ortiz

DEDICATORIA

El Jíbaro, un nombre que tu público generoso te entregó
Para nunca ser reemplazado por aficionados de ese folclor

Fuiste un hombre de humildes sentimientos
Con una inteligencia profundamente expresada
En tus décimas y canciones

Lograste brindarle a tu público querido
Entonadas de la música jíbara
Como ningún otro trovador

Para aquellos que te conocieron
Fuiste una legacia
Que hasta hoy día
No tiene reemplazador

Nosotros, tus sobrevivientes
Nunca olvidaremos
Los días y noches, cuando tu con la guitarra
Pasabas horas buscando la música precisa para una letra
Que por poca, era impresionante, palabra por palabra

Inculcaste en nosotros tus hijos
El respeto, honor y la sabiduría de conocer
A primera, lo que es ser Puertorriqueño
Aunque nacimos fuera de esa isla tan bella
Llamada Puerto Rico

Si estuvieras presente, serías un abuelo muy contento
Al escuchar que dos de tus nietas han crecido
Con un talento de voces angelical
Quien diría, que no se puede negar
Que llevan el talento en la sangre

Pues hasta que nos encontremos junto a ti
En el reinado del señor
Seremos Puertorriqueños, tan jíbaro como fuiste tu
Con un honor reflejado solo por sentimos agradecidos
De decir que somos los hijos del jíbaro de Yauco

14 de Septiembre, 2005

 

TRIBUTO

Tributo a Mi Padre, José Ángel Ortiz - El Jíbaro De Yauco

Mi querido, estimado y muy extrañado Padre
con orgullo y mucho honor
a ti te dedico esta letra con amor
José Ángel Ortiz "El Jíbaro de Yauco"
el trovador nunca olvidado
No importa la época o el tiempo pasado
Con tu canto maravilloso y tu voz tan gloriosa
Entonado en tu música y coordinado con tu letra
Hoy solo puedo darte este tributo como favorito
Mi querido, estimado y muy extrañado Jibarito

Nunca olvidaré los triunfos de tu carrera de artista
y menos olvidaré tu canción titulada "Mi Jibarita"
Tuviste el honor de tocar con muchos gigantes como
Germán Rosario, Tuto Feliciano y Yomo Toro
Creaste música que hoy se considera oro
Como niña me acuerdo esconderme en una esquina a escuchar
lo mejor que Puerto Rico logro dar
Cuanto hoy me pesa pensar que mas nunca será
Humildemente digo que tu ausencia a cerrado una era

Por siempre tu público fanático recordará Enero 17, 1987
el día que tu luz se apagó y tu música al cielo te llevaste
Y aunque en mi memorias linda si dejaste
Tanto yo como el pueblo Yaucano sufrió profundamente tu partida
Pero tomamos consolación en la música linda que traíste a la vida

Mi querido, estimado y muy extrañado Padre
Cuando pienso en el palacio adonde hoy reside
Bien se que solo el Poderoso es el único que ahora decide
A quien le cantaras
Aunque olvidado para mi nunca serás
Con honor y mucho orgullo este tributo es para ti
Para que en el cielo sigas cantando "Todas Peleando Por Mi"

 

Escrito Por: Raquel Ortiz, hija


 

José Ángel Ortiz

Jose Ángel Ortiz
El Jíbaro de Yauco


José Ángel Ortiz ante los micrófonos de la emisora WKJB durante el programa
radial
Fiesta en el Batey. William Aponte a su derecha. Foto cortesía Raquel Ortiz
 

Lea aquí una dedicatoria escrita por su hija

 

LA TROVA QUE SE OYE AHORA
décima escrita por José Ángel Ortiz “El Jíbaro de Yauco”

No se porqué no abordamos
El científico manal
Si es porqué se escucha mal
O que no lo asimilamos
Lo cierto es que siempre estamos
Durmiendo sobre la escora
Remora que desvalora
La belleza de un poema
Porqué no cambia de tema
LA TROVA QUE SE OYE AHORA

Son millones los objetos
De los que se puede hablar
Y en ellos puntualizar
Sus atributos completos
Pero hallándonos sujetos
A un sistema emperora
Nuestra innovadora
Luz, También pierde reflexión
Careciendo de atracción
LA TROVA QUE SE OYE AHORA

Sin saber de donde vengo
Menos sabré adonde voy
Ni tampoco porque estoy
Amando lo que sostengo
Supongo que es abolengo
De una raza antecesora
Finísima productora
De versos de alto nivel
No es como la de Espinel
LA TROVA QUE SE OYE AHORA

Me acerco a cualquier recinto
A escuchar otro cantor
Pero el tema no es mejor
Ni de lo mío muy distinto
Si de las flores yo pinto
Una escena encantadora
Sale en la otra emisora
Imitándome un copista
Es pobre y poco realista
LA TROVA QUE SE OYE AHORA

Aportación de Raquel Ortiz, hija
 

 

Baltazar Carrero

Baltazar Carrero, El Jíbaro de Rincon:
Maestro de la Décima jocosa

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Baltazar Carrero ca. 1950, foto cortesía Baltazar Carrero (trasfondo)
Baltazar Carrero, 2004, foto Proyecto del Cuatro (parte anterior)

Oigan a Baltazar Carrero cantar su plena, A Las Seis en Punto

El Jíbaro de Rincón canta un aguinaldo jìbaro titulado La Cueva Vacía

Un Jíbaro Terminao
por Baltazar Carrero

 Óiganlo aquí

Del campo hablar solo puede
En quien el allá ha nacido
Se ha críado y a vivido
Y como yo lo compruebe
Y ningún jíbaro se atreve
Darme detalle bien dao’
Yo hasta carbón he sacao’
Así lo demuestro hoy
Por eso digo que soy
Un jíbaro terminao’

Del campo nadie me diga
Que de eso yo puedo dar fe
Por que yo he talao’ en los café
Y me han picao’ las hormigas
El abayarde y las ortigas
Conmigo gusto se han dao’
Con un avispero al lao’
Y yo dejandola’ que brínquen
Y eso se ñama en borínquen
Un jíbaro terminao’

En cuanto arrepunta el alba
Entra el pitirre a cantar
Me ve la gente pasar
Con mi mochila en la espalda
En donde llevo la palba
De harina con bacalao’
Y del buen café colao’
Mi botella prepará
Y eso le ñaman pa’ allá
Un jíbaro terminao’

Con mis coplas me consuelo
Cuando estoy en mi conuco
Enredao’ en los bejuco’
Que no se me ve ni el pelo
Trabajar así es mi anhelo
Con mi machete amolao’
Y siempre voy preparao’
Con mi lima en la cintura
Y eso se ñama en la altura
Un jíbaro terminao’

Notas de una Entrevista de Baltazar Carrero,
27/10/04, con David Morales y William Cumpiano.
Redacción de David Morales.
Harry Martorel Carrero, su sobrino, asisitió en la realización de esta entrevista.

Sus padres se llamaban José Salomé Carrero y Juana Rodríguez. Su madre era costurera. Su padre era negociante y padecía de una hernia. Como no podia conllevar trabajos que requerían mucha fuerza, se dedicaba a negociar con animales, aves, gallinas, pollos y cabros – vendía y compraba. Su papá también compraba y vendía carbón del pueblo de Moca. Su padre siempre le decía: Es mejor pasar un día sin comer antes de tener algo que no le pertenecía.

Cuando niño, jugaba con trompos, con gallos de maya y le encantaba subir árboles - “como un pichón.” Recuerda que había árboles como el guamá – que ya no existen.

Como a los tres años de edad, la familia se muda a la orilla de Añasco y Mayaguez. La familia vivía en una sínsora - una montaña lejos del pueblo. Se mudaron a Mayaguez a los seis años de edad y vivieron en el barrio Miradero donde pudo asistir a la escuela por un corto tiempo.

Para ese entonces, Baltazar recuerda que la música típica no se cantaba a menudo ni se escuchaba tanto por su lar. Sin embargo, se cantaban décimas en tiempos de parranda, cuando se cumplían promesas o durante la navidad. Se cantaba el “aguinaldo coro.”

Baltazar aprendió a escribir décimas con su padre. Su papa tocaba cuatro y conocía la décima – “nació con eso.” Nadie le enseño a cantar el estilo del – recibió el estilo “del cielo.”

En la escuela, creó un conjunto con sus amigos. Uno de ellos era “el americano” que tocaba guitarra – Hector Martínez. Al poco tiempo, empezaron a amenizar bailes y eventos escolares. Las maestras le pagaban por sus servicios. Baltazar cantaba guarachas, merengues y boleros, pero no música típica. Al salir de la escuela sin graduarse, trabajó en la fábrica de Galletas Sultana.

Para el 1946, Baltazar sale a Nueva York por primera vez. Su hermano era contable en Nueva York. Vivió con su hermano y hermana, Pablo y Carmen Martorel. Baltazar consiguió trabajo y se quedó en Nueva York hasta el 1948, cuando regresó a Mayaguez, Puerto Rico.

Para el 1948, empezó a cantar música típica. Tenía ya como 30 años. Baltazar era dueño de un cafetín – “El Jovito,” en la calle Cantera de Mayaguez. Un día, anunciaron por la radio que se solicitaba un cantor jíbaro que cantara 5 dias a la semana. Con su hermano, Baltazar se presento a la emisora de Mayaguez para probar su suerte. Como la emisora necesitaba un cantor por 5 días a la semana, Baltazar no pudo aceptar la posición y volvió a sus negocios.

Para fines del 1948, Baltazar volvió a Nueva York. Empezó a amenizar clubes nocturnos y a cantar décimas. Es asi como conoce a Claudio Ferrer. Con Claudio, Nieves Quintero, Miguelito Carrillo y Ada Carrillo empiezó a grabar para el 1950. Su primera grabación y por cierto, décima - “Te Pego La Mano” – la grabó en el sello Cenit con Claudio Ferrer y su grupo.

En el sello Cenit, Baltazar grabó un sinumero de discos de 78 revoluciones. Con éstas pruebas, se presentó al sello Rival, Riney y Seeco donde también grabó canciones exitosas como La Mujer Mécanica, La Casa de Yagua, y Vendo Unos Ojos Verdes.

Luego, a base de la demanda por su música, Baltazar es contratado por el sello Ansonia donde grabo mas de 4 LP’s. Baltazar cobraba $1,200 por cada LP. En su apogeo, Baltazar se presentó en el Palladium, Teatro PR, Tropicana, entre otros lugares prestigiosos de Nueva York.

Baltazar continuó grabando para la casa Ansonia durante la decada de 1950 y la mitad de los 1960. Luego se dedicó a su trabajo – era dueño de varios cafetines en Nueva York. Hoy día, Baltazar vive en San Juan, PR.

Baltazar Carrero Rodríguez nació el día 23 de marzo del 1917, en el barrio Calvache de Rincón.  De sus primeros años recuerda la dureza de aquellos antaños y la pobreza, tal cómo la describe en la siguiente décima que nunca grabó…

Es Mejor Que Ni Le Cuente
por Baltazar Carrero

A mi que nadie me alabe
aquellos tiempos de ante’,
porque yo sufrí bastante,
y pasé las que nadie sabe.
La situación era grave
A pesar de que la gente
era noble y decente,
culta, honrada y seria.
Pero había una miseria,
Que es mejor que ni le cuente

Vendían un chavo de queso
Y un chavo de salchichón,
Dos de tocino y jamón.
A ver para qué da eso.
Y no termino si empiezo
A describir el ambiente.
Yo creo que estan demente
Las personas que quisieran
Que aquellos tiempos volvieran
Si es mejor que ni le cuente

De ajo, cebolla y sal
También vendían un chavo,
Y uno de canela y clavo
que yo mismo lo iba a compral.
Es mejor no recordal
El mil novecientos veinte,
Porque es del pasado al presente
Como del infierno a la gloria.
Y como es tan triste la historia,
Es mejor que ni le cuente

Yo le digo lo que habia
Para que sepan como era,
Porque hay quien cuente a su manera,
Y le diga todavía,
Tan bien que antes se vivía,
Y todo era diferente.
Pero tal vez no le miente
Lo que había que sufrir
Para un chavo conseguir.
Si, es mejor que ni le cuente.